Autores: Virginia Díaz Sanz y Mauricio Valiente Ots, miembros del comité ejecutivo del PCM
Afrontamos el VIII del PCM en medio de una crisis capitalista que ha sacudido a la clase obrera y los sectores populares de nuestra comunidad con especial virulencia; sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados desde el partido, no hemos sido capaces hasta ahora de enfrentarla con una respuesta organizada.
Consideramos que es importante comenzar por esta reflexión porque un partido comunista no es una finalidad en sí mismo, al contrario, su razón de ser radica en convertirse en un instrumento útil para la clase que aspiramos a representar en la construcción de un bloque social para el cambio. Sin duda que la responsabilidad no es solo nuestra, pero la incapacidad para desarrollar una campaña contra la crisis, más allá de organizar un conjunto de actos públicos, nos obliga a plantearnos objetivos realistas que partan de nuestra modesta implantación en la sociedad. No avanzaremos nunca si nos engañamos sobre nuestras posibilidades inmediatas.
En el XVIII congreso del PCE hemos realizado los análisis sobre la realidad española y las propuestas de acción para los próximos años; los documentos aportados para el debate en el VIII congreso del PCM son un buen instrumento para concretar nuestra contribución en este proceso con las mejoras que introduzcan las aportaciones y las enmiendas del conjunto de las agrupaciones, así como en el debate que se llevará a cabo en los plenarios.
El XVIII congreso nos plantea la tarea de la reconstrucción del partido, no como una consigna coyuntural, sino como una necesidad que debe ser abordada de forma sostenida en el conjunto de las federaciones y frentes de trabajo.
Con estas premisas, como miembros de la dirección del PCM y corresponsables, por tanto, de los errores y aciertos de la etapa que cerramos, presentamos esta reflexión de cara a la discusión que tendrá lugar para enjuiciar la labor realizada en los últimos años, analizar nuestras debilidades y encontrar la mejor forma de abordar los retos de los próximos años.
Lo hacemos desde el convencimiento de que concretar los análisis en líneas de trabajo adecuadas y en estrategias que cuenten con nuestra capacidad real de incidencia, es fundamental para que los debates no se limiten a un periódico ejercicio ritual, desligado del trabajo cotidiano, que sería una forma de neutralizar la capacidad transformadora del activo del partido.
La peor opción en este momento sería la de enzarzarnos, al valorar la gestión y el trabajo de los últimos años, en un ajuste de cuentas mezclado con prejuicios y enfrentamientos estériles, que sólo añadiría mas confusión a la situación actual; el mes de trabajo que nos queda para la celebración del congreso es fundamental para abordar la construcción de un conjunto de estrategias de trabajo que nos permitan salir fortalecidos y con ánimo de combate para las tareas que se avecinan.
Este debe ser un proceso colectivo, en el que no sobra ni se puede prescindir de nadie, y en el que desde la dirección saliente debemos ser capaces de demostrar altura de miras y capacidad de concreción. Somos conscientes de las dificultades. El desarrollo del VIII Congreso viene lastrado por desconfianzas y formas de trabajo que no ayudan a afrontar las tareas. Por eso insistimos en la necesidad de un buen debate político sobre lo que tenemos que hacer como única base que nos permitirá ponernos de acuerdo sobre los nuevos equipos de dirección.
Consideramos que son cinco las prioridades en torno a las que se debe articular la estrategia global de trabajo en el próximo mandato:
Fortalecimiento de las organizaciones de base y política de cuadros
El proceso de actualización de censos que estamos llevando a cabo desde antes de la celebración del XVIII congreso del PCE, refleja la gran debilidad de muchas agrupaciones y, lo que es más preocupante, la existencia de un colectivo de camaradas - nada desdeñable- que, aún estando al corriente en sus cotizaciones, no hemos conseguido que cumplan con un sencillo tramite formal consistente en cumplimentar una ficha. Lejos de constituir un problema grave en si mismo es síntoma del grado de desmovilización de nuestra militancia.
Frente a esta realidad, la recuperación del funcionamiento regular de las agrupaciones es el único camino para superar el distanciamiento de un conjunto de camaradas imprescindible para la actividad del trabajo del partido. En este punto, debemos reconocer que no hemos realizado todo lo que estaba a nuestro alcance. Mas allá del proceso congresual, hay que tomarse en serio el seguimiento y apoyo a las organizaciones de base con mejores mecanismos de comunicación y con una política de cuadros dirigida desde el Comité Central.
Desde luego que debe contemplarse la extensión organizativa como un eje de nuestra actividad, pero lo más prioritario en este momento es consolidar el trabajo regular en el conjunto de las agrupaciones existentes. La dirección regional no debe ser sólo un organismo difusor de convocatorias e informaciones; para ejercer como tal debe ser capaz de conocer, estimular y trazar de forma clara las prioridades definidas en las estrategias colectivamente acordadas.
Formación, area ideológica y elaboración programática
El reto anterior no podremos llevarlo a cabo sin convertir a la formación en una realidad cotidiana, acompañada con una política de cuadros que aumente el potencial del partido. Durante este período hemos tenido experiencias muy positivas pero es necesario sistematizar el trabajo. La formación en un partido comunista no es un mero ejercicio escolástico o académico, debe estar vinculada con la práctica política; con nuestra modesta realidad consideramos que, sobre todo, el Comité Central y los equipos de trabajo que se creen, deben ser una escuela con sus debates, los cuales deben de ser trasladados a las agrupaciones.
Además de los informes de coyuntura es necesario abordar análisis sectoriales que nos permitan profundizar en nuestras alternativas políticas. La reciente jornada de trabajo de elaboración programática es un buen ejemplo a seguir. En el comité federal se ha elaborado un guión programático para las elecciones municipales y autonómicas, que debemos desarrollar desde el PCM como un objetivo inmediato que salga del congreso.
Transparencia, organización y participación
Como decía el camarada Álvaro Cunhal, en uno de los libros que deberían ser cabecera de todos nosotros, tenemos que construir un partido con paredes de vidrio, transparente en lo interno y sin nada que ocultar hacia el exterior. La envergadura de lo que pretende el PCM nos debe permitir un funcionamiento mucho más abierto, lo que contribuiría a una mayor identificación del conjunto de la militancia y a una mayor participación en las actividades.
Buena parte de esta carencia se debe a los debates mal preparados en los órganos de dirección, sin un orden del día claro y sin acordar tareas concretas que se enmarquen en una estrategia. Necesitamos un Comité Central más operativo y una comisión permanente que concrete y ejecute los acuerdos, rindiendo cuentas y haciendo un seguimiento de todo ello. En este esquema de un Comité Central que cumpla sus funciones, sólo tendría sentido un comité ejecutivo tal y como se propone en los documentos, con responsabilidades concretas, según el modelo adoptado por el comité federal, y que podrían coordinarse en torno a un conjunto de áreas en la comisión permanente.
El XVIII congreso del PCE ha reivindicado lo mejor del modelo leninista de partido, lo que no será posible llevar a la práctica sin una disciplina consciente que se articule en torno a una práctica política y estrategia política que la sustente. Los comunistas fuimos referentes de trabajo militante durante muchos años por nuestra entrega y generosidad, que no dudaban a la hora de asumir riesgos y estar a la cabeza de todas las luchas; sólo podemos recobrar ese prestigio si anteponemos los intereses generales a los personales o de grupo.
Organizar nuestra presencia en el movimiento obrero y los movimientos sociales
El gran hito de los siglos XIX y XX consistió en la fusión de un movimiento social: el movimiento obrero organizado, con una teoría revolucionaria: el marxismo. Este encuentro nunca fue pacífico. En el seno de la Segunda Internacional se generó un gran debate entre una lectura del marxismo posibilista y acomodaticia -que acabaría configurando la socialdemocracia moderna- y la heterodoxia de los que no se resignaban al devenir del desarrollo económico y a las reformas: el marxismo revolucionario.
Es una obviedad que la estructura de clase ha cambiado y que debemos adaptar las formas de organización a las nuevas realidades: segmentación y sobreexplotación de mujeres, jóvenes e inmigrantes, dispersión y desconcentración de la actividad productiva, subcontratación y división de los trabajadores en las empresas… Debemos de ser capaces de analizar esta evolución pero, sobre todo, debemos proponer y llevar a cabo iniciativas organizativas que sean capaces de situar al partido a la vanguardia de la lucha por sus reivindicaciones.
Cuando insistimos en la centralidad del conflicto capital trabajo, hacemos referencia a la necesidad de articular nuestra alternativa en torno a este eje, tanto en lo programático como en lo organizativo. Tenemos que ser capaces de organizar nuestra presencia en los centros de trabajo y mantener una política coordinada en el moviendo obrero. Llama la atención que hemos conseguido mantener una gran presencia en los movimientos sociales pero que, sin embargo, la evolución y el seguimiento del movimiento obrero nos ha ocupado poco. Debemos tener en cuenta que el movimiento obrero se desarrolla en la actualidad en el centro de trabajo y sobre el territorio, por lo que debemos dinamizar espacios unitarios de participación, considerando estratégico el desarrollo de las organizaciones sindicales y vecinales. En este congreso consideramos central marcarnos como prioridad este objetivo político.
Refundación de la izquierda
Todavía se escuchan algunas voces que insisten en que lo relevante, desde el punto de vista de los comunistas, es el tipo de estado y no la forma del mismo. Este discurso, que constituyó un factor desmovilizador durante la transición y nos condujo a la impotencia, olvida que la contradicción capital trabajo -determinante en el sistema capitalista- siempre aparece vinculada con las luchas y las estructuras políticas que aseguran la dominación de la minoría privilegiada.
Con la refundación de la izquierda se trataría de diseñar una estrategia de acumulación de fuerzas desde distintos movimientos políticos y sociales que, a partir de la reivindicación de los elementos democráticos (en especial, por nuestro ámbito de competencias: la garantía de los derechos económicos, sociales y culturales que debería conllevar la tercera república) permita al PCE construir, o contribuir a crear junto con otras fuerzas, la hegemonía necesaria para una transformación que se encamine hacia el socialismo. Este proceso nos permitirá superar la concepción de la izquierda subalterna al PSOE, no limitándonos a luchar por un simple cambio de gobierno sino por una alternativa global al sistema, que se traduciría en un proceso constituyente que tenga como resultado la tercera república y la democracia participativa.
Tal y como está planteado en IU, esta tarea no se agota con la celebración de una asamblea: debe constituir un proceso a largo plazo en el que debemos demostrar nuestra capacidad de diálogo y convencimiento y nuestra habilidad para incorporar nuevos sectores organizados al debate sobre la alternativa global necesaria y sobre el carácter instrumental de la lucha electoral. No puede ser excusa que desde determinadas visiones la refundación se límite a una operación de imagen, el PCE desde su comité federal ha planteado unos objetivos claros y nosotros como PCM podemos desarrollar una estrategia en este sentido ambiciosa, coherente con nuestra visión del proyecto que defendemos y coherente con el mandato de la reconstrucción de partido formulado en el XVIII congreso.
… … …
Para todo ello, debemos abordar de frente el debate, implicar al conjunto del partido y escuchar todas las opiniones; nosotros adelantamos nuestra visión, convencidos que en este momento debe primar la discusión más abierta. Sólo este debate y un acuerdo sincero después del mismo, pueden sentar las bases de la nueva dirección capaz de afrontar los retos de la reconstrucción del partido. No somos pesimistas, existe una gran potencialidad en nuestro partido y nuestra responsabilidad es actuar con firmeza para avanzar desde el cambio necesario y la unidad.
Madrid, 28 de abril de 2010
Virginia Díaz Sanz y Mauricio Valiente Ots, miembros del comité ejecutivo del PCM
3 comentarios:
Estamos algunos y algunas, que después de haber vuelto a constituir nuestra agrupación, se nos niega el derecho a participar en el Congreso.
Algunos como es mi caso, militamos desde 1979, primero en UJCE y luego en PCE, cotizamos, estamos suscritos a Mundo Obrero desde hace 20 años, y se nos niega el derecho a participar; y lo que es más curioso, en el anterior proceso congresual del PCM resulta que éramos un izquierdistas y hoy manteniendo nuestras mismas posiciones resulta que somos mucho menos que sociatas de pacotilla.
Ni es Congreso, ni es igualdad, ni es ná, se que soy carne de cañón para la expulsión, pero a mi me tienen que expulsar yo no me voy de MI Partido.
Yo no tengo tanto curriculum como el anterior compañero, pero estoy en la misma situación. Esto es el Congreso del fraude, en el que los que piensan distinto no entran.
Pero la dirección del PCM me va a oir, no me voy a ir por mucho que me aparten.
Espero que los que tienen en su mano acabar con el chollo de algunos carcamales, lo hagan. De una vez por todas.
Un saludo
¿en que agrupacion militais?
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