martes, 14 de diciembre de 2010

¿Capitalismo de mierda? No, simplemente capitalismo.

Trabajo para una empresa importante tipo guarrafón, timofónica o ibertrola. Pero no estoy contratado por esa empresa, si no por una subcontrata que solo presta servicios a esa empresa.

Como yo, y mi subcontrata, hay muchos/as. Vamos, que hay muchos más externos que internos.

Desde que empezó la crisis la supresión de puestos ha sido espectacular. Algunos justificados porque se han tenido que dejar de prestar servicios, otros no lo son porque donde había 3 haciendo 3 trabajos, ahora hay 2 haciendo esos tres trabajos.

En la hora de la comida, los externos nos solemos juntar para comernos el contenido de nuestros tupper. La de hoy ha sido especial.

A las 14:55 ha venido la coordinadora de una de estas subempresas a decirle a una compañera que estaban allí jefas de su subempresa, y que querían verla. Algo que nos ha extrañado a todos/as los presentes, ya que no es habitual que nadie de nuestras subempresas se preocupe por nosotros/as.

Sus compañeras se han temido lo peor. El resto intentábamos tranquilizarlas "ella no peligra" "alguien tiene que hacer su trabajo" "es la que más lleva aquí, está desde que empezó esto". Cuando hemos vuelto a la oficina ella estaba en su puesto, con los ojos rojos mal aguantándose la rabia y las lágrimas.

No hemos terciado palabra. No hacía falta. Sabíamos lo que había pasado y nada de lo que dijésemos la iba a consolar.

Cuando han venido dos compañeras suyas en el cambio de turno también las han llamado. Ya no hemos dicho nada porque cualquier cosa podía pasar. La primera de estas dos ha salido aguantándose las lágrimas, pero ha hecho un gesto que hemos intuido como positivo. La última compañera que ha entrado, hecha un flan, ha salido sin poder contener sus sentimientos.

Ya más tranquilo el ambiente, la primera que fue despedida nos contó que le dijeron que suprimian su puesto de trabajo, y que si ella quería la pasaban a la tarde, echando de esta manera a la que está de tarde. Su respuesta fue: " De ninguna decisión mía una compañera va a perder su trabajo. Si me quereis despedir, me despedís. Si la quereis despedir a ella, la despedís a ella. Pero yo no voy a tomar esa decisión." Consiguió reunir más dignidad en esa frase que todos sus jefes juntos.

No han sido las primeras, y lamentablemente, nos tememos que no serán las últimas. Pero el cinismo y la falta de humanidad han sido importantes. Sus jefes directos, no han aparecido en este proceso hasta ya comunicada la decisión que ellos/as habían tomado hace una semana y pico. Han sido valientes para tomar una decisión difícil (según dicen), pero no lo han sido para comunicarla. No se han atrevido a decirle a la cara "prescindimos de tus servicios".

La crisis, la reforma laboral, el gobierno, la patronal... todos son responsables y culpables de esto que estamos viviendo, pero estamos pagando el pato los de siempre.

4 millones y pico de parados según el INEM, más de 2 millones de puestos de trabajo destruidos. Detrás de esos datos, hay rostros, nombres, familias. A veces cuando cuantificamos esos dramas, se nos olvida la parte más humana. A nosotros/as, los trabajadores/as, no se nos olvida desde el primer momento en que vemos sillas vacías en las oficinas. A los que toman las decisiones sí, porque nunca ven esas sillas. Desde sus despachos eso no se aprecia.

Decía Marcelino que una persona por el hecho de nacer debe tener asegurado una serie de derechos, educación, alimentación, vivienda, sanidad, un trabajo digno... Lo decía como algo a conseguir por allá a finales de los 70. Cuarenta años después todavía no lo hemos conseguido. Con la pena de que ya ni lo luchamos.

Lo que estamos viviendo no es consecuencia de un capitalismo rapiña, especulador o industrial. Lo que estamos viviendo es consecuencia del capitalismo. Ya está. Sin adjetivos.

La única manera de superar esta situación, es destruir este sistema y construir otro que contenga las premisas básicas que decía Marcelino. Llámalo socialismo, comunismo, anarquía o lo que te dé la gana, pero o nos ponemos las pilas, o el/la próximo/a podrías ser tú.


2 comentarios:

Kandela dijo...

Ayer tuve una charla con mi jefa que me congeló, directamente. Llevamos un año trabajando juntos unas 60 personas y ella es de las últimas en llegar. Decía mi abuela, que era una mujer sabia, que tuviee cuidado de los que van de jappy-jappy por la vida porque lo que te quieren rápido igualmente rápido te dejan de querer y el que se pasa el día sonriendo con la mima alegría te dan la puñalada con la que te matan.
La converación con esta mujer me dejó helada porque sin mayor miramiento me soltó que ella está a favor de la motivación (no hay fin de semana que no haya traido chuches o chocolate a los trabajadores) pero que si había que echar a alguien porque no rendía no había más que buscarle las castañas: tres faltas y fuera. sin remordimientos, sin oportunidad para que esa perona se ponga las pilas, sin oportunidad de enseñar el método que funciona, sin representante sindical que les defienda.
Qué quiereis que os diga, prefiero que se ahorre las chuches y los chocolates a que cree un estado de tensión tal que cualquier error se puede pagar con tu cabeza. Los ambientes de tensión sólo producen más errores, más tensiones: menuda motivación.
Sí, el abaratamiento del despido, la falta de representación sindical produce tal indefensión que nos olvidamos de la parte humana que hay en todo esto.

Basilio Pozo-Durán dijo...

Gracias por la acogida y saludos a todas/os las/os compañeras/os de IloveIU

Campaña “Jubilación a los 67. Cuenta atrás”:
http://basilio-pozo-duran.blogspot.com/2010/12/jubilacion-los-67-quedan-40-dias.html